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Bula sobre la supremacía papal, publicada el 18 de Noviembre de 1302 por Bonifacio VIII contra el rey francés Felipe el Hermoso. El Documento dejaba claro que la Iglesia es una en todo el mundo y, en lo religioso, ningún príncipe puede inmiscuirse en los asuntos eclesiales por expresa voluntad divina.
Las principales proposiciones eran:
- La Biblia es la que testifica sobre el poder dado por Cristo a Pedro y a sus sucesores. Luego la autoridad del Pontífice no es fruto de los tiempos.
- La Iglesia debe tener también autoridad civil y humana, por ser una sociedad, no solo espiritual y doctrinal. Pero la autoridad terrena debe regularse según las circunstancias.
- La autoridad eclesial y pontificia es esencialmente religiosa: "Así pues, declaramos, afirmamos, determinamos y proclamamos que es necesario a toda creatura para su salvación sujetarse a la autoridad del pontífice romano".
El V Concilio Ecuménico de Letrán, en 1516, recogió la doctrina de la sumisión al Obispo de Roma: "Es necesario para la salvación de todos los fieles cristianos el estar sometidos al pontífice romano".
La Bula no hacía otra cosa que recoger las enseñanzas de los teólogos medievales: Bernardo de Claraval y Juan de Salisbury; y de los papas Nicolás II y León IX. Bonifacio VIII le dio una expresión precisa que influyó poderosamente en los años siguientes en la autoridad pontificia sobre los príncipes cristianos.
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